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Sevilla necesita un modelo económico solido solido y diversificado, capaz de mantenerse incluso en épocas difíciles, y que no esté únicamente basado en sus pilares tradicionales: la construcción, el turismo y el sector servicios. Hoy en día, lo que diferencia a una economía de futuro es la apuesta decidida por la investigación, el desarrollo y la innovación, tanto desde los ámbitos empresariales como desde los académicos e industriales. Igual que la revolución industrial del XIX la marcó el uso de la maquinaria, la nueva revolución del siglo XXI la marcará la apuesta por la sostenibilidad, la innovación y la transferencia de tecnología. Entender este reto y la diversificación que conlleva es clave para despuntar desde el punto de vista científico y tecnológico.

Debe apostarse por una modernización en todos los frentes: desde el sector primario, que necesita actualizar sus métodos, como de la industria, que debe apostar por nuevos valores e invertir en sectores emergentes como las ingenierías y la biotecnología. También el sector servicios tiene que buscar nuevos mercados, especialmente los basados en estos sectores de vanguardia, sacando el máximo provecho a la actividad económica propia. Debe impulsarse un tejido empresarial fuerte, apoyando la creación e implantación de empresas en todos los sectores. Los incentivos empresariales deben convertir Sevilla en una sede atractiva para la expansión de las grandes empresas, así como prestar un apoyo decidido a las entidades locales y a los jóvenes emprendedores.

Deben jugar un papel clave instituciones académicas y científicas como la Universidad y el CSIC. No sólo por ser las encargadas de formar a los profesionales cualificados que son imprescindibles para el desarrollo de actividades de I+D+i, sino por la oportunidad que ofrecen de avanzar en la investigación científica y la transferencia tecnológica a las empresas. Para ello, se apoyará la creación de empresas de base tecnológica, la implantación de centros de investigación y la ampliación de los centros universitarios. Para proveer de un entorno adecuado a estas iniciativas científicas, tecnológicas e industriales, se potenciará la figura del campus productivo avanzado, creando nuevos y ampliando los ya existentes.

Las infraestructuras deberán facilitar el trafico de personas y bienes derivado del desarrollo de la ciudad, creando una eficaz red de comunicaciones y de transporte de mercancías que abarque medios terrestres (carretera y ferrocarril), fluviales y aéreos. Un punto estratégico para ello es el crecimiento del aeropuerto de San Pablo, que debe promocionarse de cara a establecer nuevas rutas directas y en tránsito a través de los principales aeropuertos europeos, y la implantación de nuevas líneas de Alta Velocidad ferroviaria. Esto beneficiará tanto a los sectores empresarial e industrial como al turístico, que podrá así abarcar nuevos mercados y ofertas con el objetivo fundamental de eliminar la actual estacionalidad.

Del mismo modo, el continuo aumento de la demanda energética deberá ser respondido de forma sostenible, apostando decididamente por las fuentes de energía renovables y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.