Desde hace muchos años, en la ciudad de Sevilla la gestión y mantenimiento de zonas verdes y arbolado viario es pésima.
El lamentable estado de salud de la arboleda de la ciudad es en buena parte debido a las malas prácticas en las podas, continuadas durante décadas y bajo diversos mandatos. Las exageradas podas salvajes, que en principio buscan el ahorro de un modo simplista al retrasar tanto como es posible la necesidad de volver a podar, son a medio plazo contraproducentes para los árboles. No solamente la belleza de los árboles se ve afectada, sino que reduce su funcionalidad al deformar sobremanera la copa por las mutilaciones, los hace vulnerables a enfermedades y, por ende, peligrosos para los ciudadanos. Las enormes heridas que producen estas podas son un denominador común del paisaje de la ciudad, que están a la vista de todos nosotros en cada calle, parque o jardín, ya sea público o privado. Al dejarlo expuesto, el núcleo de la madera se deteriora por la acción de patógenos, y los troncos quedan huecos y podridos por dentro, sin resistencia alguna. No hay más que pensar que, tras cada temporal, nos hemos acostumbrado a ver desde enormes ramas rotas hasta ejemplares enteros caídos, con el inmenso peligro que ello conlleva.
Una buena planificación de las podas en Sevilla garantizaría que solo se podaran las ramas necesarias (que afecten al tráfico, al tránsito de peatones o a viviendas), evitaría que ramas potencialmente peligrosas crezcan desmesuradamente, eliminándolas a tiempo y, sobre todo, no produciría grandes cicatrices que dañen al árbol. La postura desidiosa que todos nuestros gobernantes han adoptado sobre este precioso patrimonio paisajístico, no ha hecho si no incrementar los problemas que tiene la arboleda, así como los que ella misma puede causar. Y lejos de ahorrar dinero, terminan acarreando actuaciones más costosas.
Si en unas tareas se sobreactúa, en otras no existe interés alguno. La desaparición de un árbol suele llevar consigo la aparición de un vacío eterno. En Sevilla no es habitual replantar los árboles que son retirados del viario público. En el mejor de los casos, después de alguna reforma del acerado, el hueco dejado será tapado con cemento para cerrar viejos recuerdos sin que, aparentemente, nadie los eche en falta.
Por otro lado, las plantaciones masivas realizadas en nuevos viarios o parques de nueva creación son anunciadas a bombo y platillo, sin que luego en muchos casos exista un seguimiento de esos árboles, que su dinero han costado. Se marca entonces con especial acento el número de ejemplares, mientras que por otro lado la ciudad pierde árboles en un goteo continuo, cuya cifra tiende a ocultarse.
Desde sevillasemueve pedimos a la Administración una política verde responsable, ya sean en el mantenimiento diario de la Delegación de Parques y Jardines, en el viario público responsabilidad de la Gerencia Municipal de Urbanismo o en los proyectos llevados a cabo por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.