Dilema en el Alcázar

La estampa diaria de quien pasea por las inmediaciones de la Plaza del Triunfo es una larga cola formada por quienes esperan para visitar el Real Alcázar de Sevilla.

Eliminar esta cola es el propósito que une a todos los responsables, pero también abre una nueva posibilidad y crea una debate para la Comisión de Patrimonio. Para ello la idea es trasladar los servicios de taquillas y recepción de visitantes, pasando las colas al interior del recinto, tras la Puerta del León.

Con esta intención surge el nuevo debate, actuar o no sobre las actuales instalaciones de recepción. El informe que contempla esta posibilidad, que será entregado a la Comisión de Patrimonio, está siendo realizado por el equipo de trabajo dirigido por el arqueólogo Miguel Ángel Tabales.

De la mano del propio Tabales, sevillasemueve ha podido realizar una de las visitas que se están ofreciendo para explicar las distintas intervenciones arqueológicas que se llevan a cabo en este monumento.

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Estos trabajos comenzaron la semana pasada, siendo realizados en horario nocturno para no interferir en la actividad diaria del recinto. A partir de esta semana los trabajos se han incrementado, realizándose desde la tarde hasta la madrugada.

Para entender el motivo de esta intervención hay que remontarse a los años 30 del pasado siglo.

Cuando el Alcázar comenzó a incrementar el número de turistas se transformó la zona de entrada. La primera actuación fue transformar el Patio de la Montería como zona de entrada turística.

Para ello se contó con la intervención de Talavera, que finalizaría en 1937, y que consistió en eliminar las casas que se encontraban adosadas a las murallas en este patio y que servían como viviendas y almacenes de los trabajadores del Alcázar. Sólo un pequeño conjunto de estas, que fueron reformadas, quedaron como recuerdo, conformando actualmente la zona de recepción de visitantes.

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Rafael Manzano, décadas después, modificó estas edificaciones para que el visitante pudiera contemplar parte de la muralla, que se encontraba oculta. Así, eliminó parte de una de las casas y bajó la altura de otra, para que quedaran a la vista parte de la muralla así como parte de la antigua puerta de entrada al Alcázar almohade.

Hace unos cuatro años se comenzó a pensar seriamente si toda esta visión debía cambiar, y hace dos años se comenzó un anteproyecto que ahora está sobre la mesa. La idea es que la zona que se extiende desde la Puerta del León hasta la muralla que levantara Pedro I como antesala pública donde impartir justicia sirva de lugar de recibimiento de visitantes, lo que haría desaparecer las colas de la plaza y agilizaría el recorrido por el Alcázar, ya que la distribución del acceso cambiaría nuevamente.

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No sería la primera vez que esto ocurriría, ya en 1621 se construyó en este espacio el Teatro de la Montería, el antiguo corral de comedias realizado en madera, fruto del cambio de escenario por el que a raíz de la construcción del Apeadero, el acceso se realizaría por el Patio de Banderas. Fue tras la destrucción de este corral de comedias por un incendio cuando esta zona quedó relegada a patio trasero, construyéndose entonces las mencionadas casas para empleados del Alcázar.

El anteproyecto propone continuar las actuaciones de Talavera y Manzano, creando un espacio semipúblico para albergar las colas, cambiar el lugar de acceso para las visitas (mejorando estratégicamente el sistema de visitas), y devolver al entorno el aspecto original del que le dotó el rey Don Pedro.

Se trata de un trabajo sobre el que, en caso de ser tenido en cuenta, aún se debe debatir mucho, sobre aspectos como la conservación de la zona ajardinada o el posible cambio de pavimento.

El primer escollo que pudo encontrarse esta posible intervención era la política del Alcázar, más proclive a conservar todos los espacios existentes sin derribar nada. No obstante, tras serios debates, tanto los responsables del Alcázar como asociaciones conservacionistas se han mostrado favorables a esta actuación.

También la hostilidad de la prensa ha disminuido ante el anuncio de una posible «demolición» en el Alcázar, por lo que el panorama actual es de cierta aceptación. En el plazo aproximado de un mes estará listo el informe realizado por Tabales, que deberá ser valorado por la Comisión de Patrimonio.

¿Cuál es el problema?

La intervención consistiría en demoler las antiguas edificaciones de entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuya imagen actual les diera Talavera en 1937.

Visitamos la parte superior de estas casas, donde se están realizando picados arqueológicos en sus fachadas, que muestran la intrascendencia de estas casas, que no gozan de un gran valor histórico.

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Esta es una de las dudas claves para la Comisión, el confirmar que las casas son culminadas en 1937, pero carecen de una antigüedad mayor, algo que dificultaría su derribo.

Con las picados realizados, ha quedado demostrado la reciente fábrica de estos elementos, a diferencia de la muralla sobre la que están adosados, a la que se le ha aplicado la prueba del carbono-14 y ha permitido datarla con gran precisión en torno a 1356.

Ya sobre la fachada de la muralla pudimos ver algún picado más, donde se encontraron restos de tabicados de chimenea de estas antiguas casas, que permite saber que cualquier actuación sobre esa capa no afecta directamente a la muralla de tapial, que se encuentra detrás, sólo visible en la zona superior.

Para hacernos una mejor idea, esta es la imagen que se quiere recuperar.

Quedarían por resolver cuestiones como si sería conveniente recuperar el antiguo tejaroz que se encontraba en la parte opuesta al león cerámico que da la bienvenida al Alcázar, de cuyas ménsulas quedan constancia, o si sería posible recuperar las posibles pinturas murales que lo adornaban, de cuya existencia han aparecido algunos restos.

En definitiva, tenemos dos posibilidades una vez se traslade la recepción de visitantes: conservar unas casas creadas para los empleados del Alcázar, adosadas a las murallas, de reciente creación y sin gran valor histórico, o derribar éstas, dejando visibles y visitables la puerta de Pedro I así como la entrada original del Alcázar almohade.

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Cada vez son más los apoyos que se han sumado a la opción de recuperar el aspecto original de la zona, incluso el propio Tabales admite que defendió el que estas edificaciones no debían ser derribadas, pero el tiempo y los nuevos hallazgos le han ido autoconvenciendo.

Ahora le tocará decidir a la Comisión de Patrimonio. Todo sea por el bien de nuestro Patrimonio de la Humanidad.