El pasado fin de semana se cumplían 25 años de la nueva terminal del Aeropuerto de Sevilla, construida por Rafael Moneo con motivo de la Expo’92. Desde entonces, el tráfico aéreo se ha multiplicado por 2,5, según datos de AENA, con un pujante tráfico internacional que mes a mes se acerca al 50% del total de pasajeros de San Pablo. En 1991, por ejemplo, 43% del tráfico era con origen o destino Madrid, mientras que actualmente esa ruta supone apenas un 6%. De hecho, de los 40 destinos operados actualmente, 23 son ciudades extranjeras.
La irrupción de las aerolíneas low cost o la mejora de la conexión con los hubs de otras grandes aerolíneas de red europeas (Lufthansa, British Airlines, KLM, TAP, Brussels Airlines y, recientemente, Swiss) han favorecido la diversificación del mercado, ofreciendo la posibilidad de viajar a las principales ciudades del mundo con una sola escala.
Opciones de futuro para el Aeropuerto de Sevilla
En los años recientes, el crecimiento del Aeropuerto de Sevilla se viene produciendo en línea con la proyección actual de los datos turísticos tanto de la capital como de la provincia, que crecen mes a mes tanto en visitantes como en número de pernoctaciones, y que presenta además buenas expectativas de futuro.
No obstante, estas excelentes cifras no terminan de verse reflejadas en el futuro inmediato del aeropuerto, habida cuenta de las relativamente pocas novedades -aunque de gran importancia- presentadas para la próxima temporada de invierno, con conexiones directas a Berlín, Zurich, Santander y algunas mejoras en conexiones ya existentes. Si bien se ha entrado de lleno en el mercado alemán, pasando de no tener conexión a operar este invierno casi una decena de vuelos semanales a Frankfurt, Munich y Berlín gracias a Lufthansa, Ryanair y Transavia (filial del grupo Air France – KLM), Sevilla continúa errando en el mercado inglés.
Aunque la vuelta de British Airlines a Sevilla (eso sí, al aeropuerto de Gatwick en lugar de al gran Heathrow) ha supuesto un salto cualitativo, San Pablo sigue careciendo de conexiones más allá de Londres a pesar de la fuerte inmigración existente. Atrás quedan destinos como Bristol, East Midlands (en el entorno de la ciudad de Nottingham) o Liverpool, operados la pasada década por Ryanair en tiempos de su particular burbuja y que desde entonces ninguna aerolínea se ha decidido a retomar, al tiempo que aeropuertos cercanos como Málaga o Faro se comen parte del mercado.
Tampoco acaban de concretarse las ansiadas conexiones con Turquía (quizás ahora en entredicho por el actual contexto geopolítico) y Estados Unidos, camino de escalar hasta la segunda posición en el ranking de mercados turísticos. Así, Sevilla continúa trabajando para establecer una conexión directa con Delta Airlines, a pesar de la negativa de ésta a volar entre Sevilla y Nueva York por la ya existente ruta a Málaga. Chicago, Miami o Atlanta (el mayor aeropuerto del mundo y principal hub de la compañía) se manejan como posibles alternativas que, en cualquier caso, no terminan de cuajar
Distinto camino lleva Francia, principal mercado turístico de Sevilla, con su creciente tráfico a ciudades como París (Charles de Gaulle, Orly y Beauvais), Toulouse, Nantes, Burdeos, Lyon y Marsella.
Necesarias remodelaciones
En los últimos años la terminal se ha sometido a remodelaciones y reformas (construcción de nuevo aparcamiento, reapertura de Sala VIP, ampliación de la zona comercial, mejora de los puntos de restauración tanto en zona tierra como en zona aire, habilitación de puertas para embarques remotos con aerolíneas low cost…), pero comienza cuestionarse la necesidad de un lavado de cara general del aeropuerto de Sevilla y una optimización de sus espacios.
Si la demanda de pasajeros en 1991 y las previsiones a medio plazo eran acordes cona existencia de las 8 salas de preembarque existentes, hoy en día parecen haber quedado obsoletas. Actualmente su uso es relativamente bajo en relación con el grueso de pasajeros que circulan por el pasillo de embarque, que en horas puntas presenta una cierta saturación mientras que las salas sólo se ocupan cuando se embarca para algún vuelo. Además, al inicio del pasillo, tras el gran hall de la zona de salidas, parte de la zona comercial y el control de pasaportes para pasajeros con destinos fuera del espacio Schengen llegan a suponer un embudo que se traduce en incomodidades al tránsito de pasajeros.
La zona de llegadas no está exenta de posibles mejoras para el viajero, tal como demuestra el embotellamiento de la única puerta de salida habilitada desde la sala de recogida de equipajes (la antigua puerta de salida para pasajeros internacionales). Su ubicación en un rincón llega a producir -en parte por incivismo- que las personas en espera bloqueen el acceso al ascensor existente en sus inmediaciones o incluso la salida de la terminal a los propios pasajeros, mientras que la puerta existente en la zona central del vestíbulo de llegadas (la antigua puerta de salida para pasajeros nacionales) continúa inhabilitada.
A estas mejoras hay que sumar la actual situación del transporte público, con un servicio de autobuses insuficiente a la vista de las colas formadas en horas punta. Huelga decir que cualquier mejora en este sentido deberá previsiblemente sobreponerse a la coacción de una parte del sector del taxi y sus prácticas pseudomafiosas que semanalmente vemos reflejada en la prensa local. Estas presiones, lejos de que ninguna Corporación Municipal haya sido capaz de atajar la situación, en su momento incluso fueron relacionadas con la duplicación de la tarifa del bus del aeropuerto en la pasada legislatura. Con esta situación, ¿veremos alguna vez en marcha el proyecto de conexión ferroviaria con el aeropuerto de Sevilla –aprobada por el Pleno del Ayuntamiento recientemente- o cualquier otra mejora en materia de transportes?
Queda claro que nuestro aeropuerto progresa adecuadamente, toda vez que el presente año rozará previsiblemente los 4,8 millones de pasajeros situándose al borde del récord histórico de 2011, cuando se registraron 4.959.359 pasajeros. ¿Seremos capaces de prepararnos para un futuro mejor?