Un año más, pasó FITUR (el mayor congreso del sector turístico nacional y uno de los principales a nivel europeo) y para Sevilla parece haber sido un dejavù más entre muchos. Sevilla, lejos de renovarse, presentar algo innovador o vender algo realmente diferenciador, se ha mostrado ante los potenciales visitantes y ante los profesionales del sector con “Ciudad de compras” como principal reclamo.
Sevilla comercial
Si bien podemos decir que es algo relativamente novedoso en la apuesta municipal para atraer turismo, no es para nada nuevo en nuestra ciudad puesto que el comercio siempre ha estado ahí, a pesar de que no tiene demasiado que ofrecer que no exista en tantas otras ciudades. Quizás lo único que podría usarse de reclamo es el sector «alternativo» que se abre paso gracias a la revitalización que ha supuesto Metropol Parasol: Soho Benita en el entorno de la Alfalfa y Regina Market en la calle homónima, cuyo efecto comienza a expandirse a José Gestoso. Sin embargo, estas opciones se comentan apenas de pasada, enumeradas, en la flamante guía comercial de Sevilla, donde el protagonismo lo ocupan zonas plagadas de franquicias que bien podrían estar en cualquier ciudad del mundo.
¿De verdad es lo más novedoso que tenemos que ofrecer, frente al tradicional Catedral, Alcázar y Plaza de España? ¿No tiene Sevilla otros muchos rincones, testigos de nuestra Historia, que llegó a hacer de Sevilla una capital universal?
La respuesta clara es «SÍ», pero si el actual Ayuntamiento tiene un modelo de ciudad para Sevilla, es precisamente el comercial y no el cultural, ese que está contribuyendo a terciarizarla ciudad aún más, pero que sin embargo no alcanza a crear ningún factor diferenciador que haga del «shopping» un atractivo indispensable para quienes nos visitan, lo cual, además, puede ponerse en relación con la pérdida de comercios locales por el fin de la renta antigua.
¿Sevilla cultural?
En un segundo plano quedan espacios e iniciativas culturales públicas o privadas, nuevas o no, que nunca se han impulsado hasta la cúspide de la promoción turística. Museo de la Cerámica, Centro Mudéjar, el Castillo de San Jorge, pequeñas galerías privadas, el CAAC, los diversos festivales (excepto la Bienal, que si goza de gran promoción) que se abren paso a lo largo de la agenda cultural anual, son ejemplos de atractivos en los que los potenciales visitantes podrían confiar para visitar nuestra ciudad. Incluso podríamos incluir a la Noche en Blanco, que en la pasada edición sumó hasta 50.000 visitas. Pero no interesa.
Es necesaria una promoción que esté al nivel de esta ciudad, que incorpore sin dudarlo, los elementos del nuevo escenario urbano que sin duda resultan atractivos para nuestros visitantes: el uso de la bici, los espacios públicos peatonales, las Setas de la Encarnación…
El papel de la Junta de Andalucía
La Junta de Andalucía tampoco ayuda demasiado. En el marco turístico, sigue cegada con el «sol y playa», que copa casi totalmente su actividad promocional y así lo demuestra con los acuerdos y colaboraciones con aerolíneas, que trata de disuadir, en contra de la demanda, su interés por Sevilla para invitarlas a otros aeropuertos.
En el plano cultural la situación no es mucho más alentadora. No basta con el tradicional poco interés en nuestros grandes museos, gestionados por la administración autonómica, sino que, en plena maratón electoral, el Consejero Luciano Alonso vuelve a sacar viejas promesas tales como la Fundación del Museo de Bellas Artes, que salió a relucir durante la vergonzosa presentación del 25 Aniversario del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Vergonzoso porque tan importante efeméride quedará reducida a cuatro exposiciones temporales, algo impensable en ciudades como Málaga, donde la Junta tiene volcados casi todos sus esfuerzos culturales. Alonso incluso esgrimió, respondiendo a una pregunta relacionada con los esfuerzos autonómicos en dicha ciudad, que afortunadamente Sevilla, al contrario que Málaga, cuenta con grandes museos y no hace falta crearlos, claro que olvidó hablar del insólito hecho de contar ya con esos museos y no sacarles partido. ¿Sabremos aprovechar las nuevas oportunidades que deben ofrecer el Caixafórum de Puerta Triana y el espacio de diálogo con América en las Atarazanas, realzando el enfoque cultural de la ciudad?
El caso de Málaga
Y es que una de las apuestas de Málaga, que llegó a presentar su candidatura como Capital Europea de la Cultura 2016, en contraste con Sevilla, es precisamente esa: la cultura. Tanto por parte de su Ayuntamiento, que ha trabajado (a golpe de talonario, eso sí) en captar sedes de instituciones museísticas mundialmente conocidas para hacerse un hueco en el mapa de la cultura. Todo ello en connivencia con la propia Junta de Andalucía y Gobierno Central, quienes, aquí sí, con una notable complicidad e implicación han llevado también a cabo su correspondiente papel para con la cultura.
Pero lamentablemente las preocupaciones en Sevilla no van por esos derroteros, aquí importa más el dónde y el cuándo se instalará el tan ansiado Primark, por poner el ejemplo quizás más clarividente. O que la frustrada Ciudad de la Imagen se convierta en un enorme parque comercial, otro más, de éxito donde, eso sí, una marca norteamericana ha venido a plantar su primera sucursal en Europa.
Ante estos objetivos y mentalidades, nuestra ciudad no puede aspirar a mucho más en las actuales circunstancias.