La asociación recela de la propuesta de ampliación del puente, al considerarlo una excusa para abandonar la ejecución de los túneles de la SE-40, algo que cree como “un paso imprescindible” para eficacia de la segunda ronda de circunvalación y para una adecuada articulación del área metropolitana de Sevilla
En los últimos días, la ciudad ha tenido atracón de promesas y buenas intenciones desde el Ministerio de Fomento. Y la verdad es que en Sevilla nos encanta ver a un ministro apearse del AVE en Santa Justa para traer lo que, aparentemente, no son más que “bienintencionadas” promesas (sí, con comillas). No hay problema, en la capital de Andalucía parece que perdonamos -y olvidamos- fácilmente esos lustros en los que el nombre de nuestra ciudad ni aparecía por esos despachos de moqueta y techo alto de Madrid. Y de esa guisa llegó Ábalos la semana pasada a la ciudad con una batería de propuestas y proyectos que a no pocos han dejado en fuera de juego.
Una de esas ideas, que parece entusiasmar a muchos sevillanos, empezando por el primer edil, es una propuesta inesperada y que a todos ha cogido por sorpresa: una ampliación del Puente del Centenario. La gran estructura, que supone el último paso sobre el Guadalquivir antes de su desembocadura, ha vivido sumida en el colapso prácticamente desde su estreno, allá por inicios de los noventa. De hecho, según los últimos datos del Ministerio de Fomento, por el Puente del Centenario transitan diariamente alrededor de 100.000 vehículos, siendo un 9.3% de ellos vehículos pesados. Son datos desmesurados para un puente de dos carriles por sentido (más el reversible) y que se vienen sosteniendo, incluso remitiendo ligeramente, en los últimos años.
En ese contexto, en una situación crítica para el funcionamiento de la única circunvalación de Sevilla (e incompleta, ya que la SE-30 no está cerrada por el norte), que parecía no importar a nadie, sorprenden algunas cuestiones. En primer lugar, que el Ministro de Fomento exponga por sorpresa, sin estar planificado ni explicitado, una ampliación “urgente” del Puente del Centenario, cuyo proyecto estará listo en las próximas semanas según ha indicado el alcalde de la ciudad. Y, además de la premura impostada con la ampliación sorpresa del puente, a renglón seguido, resulta sospechoso que la pretendida sorpresa de Espadas sobre el proyecto sea bienvenida en clave de “dar oxígeno a los túneles de la SE-40”. Nadie habló de retomar en 2018 las obras de los túneles, como prometía el gobierno anterior hace pocos meses.
La pregunta, por tanto, es evidente: ¿se está renunciando al paso sur del Guadalquivir de la SE-40 a cambio de una ampliación del Puente del Centenario? ¿Es aceptable una variación tal, tan repentina y tan premurosa, de las reglas del juego de la movilidad planificada en el Área Metropolitana?
La SE-40 y sus túneles
El segundo anillo de circunvalación de Sevilla, conocido como SE-40, es una autovía de tres carriles (ampliables a cuatro), de 77km. Su papel es convertirse en la nueva ronda de gran capacidad de Sevilla y su área metropolitana, dando nuevas alternativas a los tráficos metropolitanos y permitiendo alejar vehículos que no tienen origen o destino en Sevilla del centro de la ciudad. Es una tendencia en las grandes ciudades y que, con una buena planificación del territorio y del uso del suelo, puede convertirse principalmente en un buen impulso a nivel industrial de la ciudad. Todo ello, además, tiene como consecuencia una paulatina descongestión de la ronda existente, la SE-30, cuyo tráfico pasaría a tener un carácter más urbano. Para ello, son imprescindibles los túneles del Guadalquivir: la conexión entre Coria del Río y Dos Hermanas que no sólo revolucionaría el enlace entre el Aljarafe y Dos Hermanas o Alcalá de Guadaíra, sino que supondría una mejora significativa de las conexiones entre Huelva y Cádiz. Todos estos tránsitos dejarían de pasar por el Puente del Centenario, cuyo tráfico se vería notablemente aliviado, con los efectos que esto supone en la contaminación atmosférica de un área metropolitana que no destaca por la calidad del aire.
Sin embargo, desde 2006, de la SE-40 sólo se han ejecutado 32km (contándose con la última inauguración entre Espartinas y Coria del Río), que dejan dos tramos inconexos: el mencionado y otro entre la carretera de Córdoba y la autovía de Utrera (en servicio desde 2013). En la situación actual, los tramos en servicio tienen un uso limitado, como es normal debido a la escasez de continuidad y de conexiones que por ahora permiten. Además, se encuentra en obras un tramo que conectaría la autovía de Cádiz con la autovía de Utrera, el cual sí permitiría que la SE-40 sea usada por el tráfico Cádiz-Córdoba-Madrid, siendo así el primer trayecto de largo recorrido, no metropolitano que evitaría la SE-30.
Los túneles, sin embargo, corren peor suerte. Sus obras se encuentran paralizadas desde 2010, cuando la primera de las dos tuneladoras necesarias ya había llegado a la ciudad. Sin que se hubiese excavado un metro de los mencionados túneles, las obras, divididas en dos contratos (túneles norte y túneles sur), fueron reprogramadas sine die. Y, desde entonces, una factura millonaria aumenta por días debido a las compensaciones a las empresas constructoras y, sobre todo, a la custodia y mantenimiento de la tuneladora que se encuentra en Sevilla. Un desperdicio de dinero público que sigue creciendo año a año.
La ocurrencia de la ampliación
Frente a lo anterior, sin que consten estudios de tráfico o planificación a largo plazo, se introduce una ampliación del Puente del Centenario, “ocurrencia” que bien podría ser tildada de populista, pues no son pocos los ciudadanos que sufren a diario atascos en dicho punto de la SE-30, que verían con buenos ojos la ampliación y que desconocen la solución global y definitiva de la SE-40. Una solución que enfangaría la solución satisfactoria y que, a priori, tendría un rédito electoral.
Y si bien la propuesta de ampliación no parece tener detrás un respaldo técnico claro a nivel global de movilidad, tampoco parece que la solución estructural sea sencilla, ni muchísimo menos. En los últimos días se ha puesto como ejemplo una actuación similar de ampliación en el Puente de Rande, en la ría de Vigo, donde la ampliación versaba sobre dos carriles (uno a cada lado del tablero existente) situados al exterior de las pilas de apoyo, atirantados desde una ampliación de los dos pórticos originales. Sin embargo, el caso del Centenario contaría con la complejidad adicional de ser un puente con pendiente y más largo que el ejemplo gallego. En definitiva, la solución de ampliación tampoco parece tarea sencilla ni rápida. Y, por supuesto, ni muchísimo menos sería una solución económica. Al menos, demasiado cara para lo que a todas las luces parece ser: un mero parche para la movilidad de la ciudad.
Queda pues, claro, que los túneles de la SE-40 son una pieza clave en la nueva circunvalación y que da el sentido que, por separado, no tienen los tramos ya construidos. No ejecutar los túneles es, pues, un despilfarro de dinero público en los tramos ya construidos de la SE-40, ya que están dimensionados para una cantidad de vehículos que sin los túneles jamás llegarán a tener. Por tanto, pretender posponer más años la construcción de los túneles o, lo que sería peor, sustituirlos por una ampliación del Puente del Centenario, sería un error histórico para Sevilla, su área metropolitana y para el conjunto de Andalucía, especialmente la zona occidental. Tratar de manera seria la movilidad es cumplir con lo que dictan los proyectos y la planificación actual, es decir, ejecutar los túneles. Ni el Ayuntamiento ni la Junta de Andalucía, por mucho que compartan colores políticos, deberían ser cómplices o mirar hacia otro lado si lo que se pretende es olvidar o seguir retrasando el paso sur del Guadalquivir de la SE-40. Es más, los ayuntamientos de la corona metropolitana y la Diputación deberían alzar la voz. De cumplirse nuestros temores, nos veríamos en la escenificación de dar gato por liebre a los ciudadanos, siendo una losa muy grave con la que cargar y que nuestro castigado entorno no se puede permitir.
En definitiva, todo ello, con el beneplácito del Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía, supondría colaborar con el prolongado maltrato del Estado a Sevilla en lo que a infraestructuras se refiere, algo inadmisible para las administraciones que deben conocer mejor que nadie las necesidades de la movilidad de los sevillanos y los andaluces. Sería una nueva página que escribir a los desprecios que ya suponen, entre otros, la falta de integración tarifaria entre los distintos modos de transporte, la conexión del aeropuerto con la ciudad, la frustrada ampliación de la vía navegable del Guadalquivir, el cierre norte de la SE-30 o la construcción de la red completa del metro. De hecho, ansiamos con impaciencia la firma del acuerdo que permita retomar las obras del Metro, comenzando por la línea 3, por supuesto sin dejar de lado la ejecución continuada del resto de tramos y líneas… algo de lo que no se está hablando y que tampoco pinta bien. De ser así, la lista negra de las infraestructuras planeadas, soñadas y jamás ejecutadas en nuestra ciudad seguiría sumando páginas para desgracia de sevillanos y andaluces.