En las últimas semanas se han sucedido noticias que, de un modo u otro, afectan a la ciudad. Los presupuestos de la Junta consignan más de medio millón de euros para actualizar el proyecto de la Línea 3 del metro. Por otro lado, los dos partidos de izquierdas representados en el Ayuntamiento, además de seguir insistiendo en un tranvía a Santa Justa que tiene una alternativa que merece la pena estudiar, acuerdan también dar un giro a la política inmovilista de movilidad y recuperar una suerte de Plan Centro (ahora llamado Plan Respira) para limitar el tráfico en el casco antiguo y en Triana. Estas noticias se leen por separado, pero bien podrían ir de la mano.
Al mismo tiempo, vemos que, mientras que en Madrid los tiempos pasan parsimoniosamente, ante el silencioso sonrojo que llevamos dentro los sevillanos al no tener noticias de los imprescindibles túneles de la SE-40, el Ministerio de Fomento sigue tomando otras decisiones: el siguiente arco de la segunda circunvalación será el noroeste, entre la A-49 y la A-66. Y mientras tanto, la Junta quiere apostar por el centro logístico intermodal de Majarabique, declarado de interés general, un proyecto imprescindible para tirar del necesario extremo norte de la ciudad, productiva e industrial según el PGOU, llamado a dinamizar más la economía del área metropolitana, pero que carece de las necesarias infraestructuras viarias para su desarrollo.
Como siempre, el foco está en las infraestructuras. ¿Cuánto está limitada la ciudad por ellas? ¿No son ya suficientes años yendo a remolque de la larga lista que nos falta? Bien necesitamos una estrategia, que debería ser común entre todas las administraciones, sin disputas políticas, para abordar el desarrollo de las necesarias infraestructuras que permitan a la ciudad y al área metropolitana fortalecer la economía, posibilitar una movilidad más sostenible y darnos más oportunidades a los sevillanos.
Esa estrategia de responsabilidades compartidas entre administraciones puede empezar a pensarse por la Ronda Histórica. Por lo visto, los proyectos tienen que actualizarse por razón de normativas y otras prescripciones técnicas que en diez años han cambiado. Esto, que podría verse como otro retraso más, deberíamos aprovecharlo para cambiar de una vez la fisonomía de la Ronda Histórica: las obras del metro, en subterráneo, deben dejar paso en superficie a una avenida pacificada, más verde, con menos coches, un carril bici (por cierto, el más usado) más competente y más ancho así como más espacio para los peatones. ¿Se puede pensar en una Ronda Histórica con un único carril para coches, limitando su uso a residentes, además del espacio para el bus en superficie? Se debe estudiar, debe ser participativo. El marco del citado Plan Respira debe abrir espacio a ello, y el Ayuntamiento y la Junta deben hablar de este tema que se antoja clave para las próximas décadas de la ciudad.
Lógicamente, una decisión de este calibre busca cambiar el reparto modal de la ciudad, empujando a buena parte de los conductores hacia el transporte público, que por fuerza se vería reforzado con la nueva línea de metro que debe llegar. Las alternativas para el coche deben pasar por alejar vehículos del centro, y aislando así la Ronda Histórica al coche se debe pensar, inevitablemente, en la Ronda Urbana Norte como, efectivamente, una ronda urbana y no una circunvalación metropolitana, como sucede hoy ante la falta de infraestructuras en el norte de la ciudad. Para ello, es imprescindible el cierre efectivo de la SE-30 más allá de Pino Montano y San Jerónimo, lo que se conoce como el Paso Territorial Norte, que reclamamos desde hace años, y que parece no estar en ningún plan del Ministerio de Fomento ni en ninguna reclamación de la Junta y el Ayuntamiento. Cabe cuestionarse si no es más prioritario el Paso Territorial Norte frente al arco noroeste de la SE-40, más aún sabiendo que el arco noroeste de la SE-30 es de los más descargados de toda la circunvalación y que actualmente la reforma en curso del nudo de la Pañoleta mejoraría la situación del arco existente. Por si fuera poco, el Paso Territorial Norte es más necesario aún para el desarrollo y puesta en carga de los suelos de Majarabique y su entorno, tan necesarios para un futuro desarrollo económico e industrial de la ciudad.
Si las cosas van como deben, se abren oportunidades en los próximos años que no debemos dejar pasar. Para ello, la ciudadanía debe reclamar a sus responsables que cumplan con conceptos básicos e irrenunciables como la movilidad sostenible, la calidad del aire, la sombra y el verde urbano, un reparto justo del espacio público o el despliegue de oportunidades de desarrollo económico sólidas y con futuro. Con estas infraestructuras, claves y básicas, bien coordinadas y con una visión global de ciudad metropolitana, tenemos otra oportunidad. Reflexionemos y no la dejemos pasar.