sevillasenueve defiende la propuesta del colectivo EntreAdoquines para la antigua comisaría de la Gavidia, a falta de resolver su viabilidad financiera.
Mucho se ha hablado del futuro que se le pretende dar a la antigua Comisaría de la Plaza de la Concordia, conocida como de la Gavidia y abandonada desde hace demasiados años, que la ha abocado a un enorme deterioro que no hace más que ahondar en el escaso reconocimiento arquitectónico que tiene el edificio por parte de la ciudadanía, a pesar de ser uno de los más importantes testigos del Movimiento Moderno (MoMo) en Sevilla. Además de ello, el edificio ha sido valorado ya como Lugar para la Memoria Democrática por la Junta de Andalucía. Como Jefatura Superior de Policía de Andalucía Occidental, representa uno de los principales lugares de la represión franquista.
De las propuestas existentes para su recuperación (conocidas hasta ahora), desde sevillasemueve nos decantamos por la alternativa propuesta por el colectivo de arquitectos EntreAdoquines, por considerarla una propuesta innovadora en su gestión, y que podría aportar una rasgo diferenciador al centro histórico tan necesitado de espacios socio-culturales. Pero surgen dudas acerca de su viabilidad financiera.
El proyecto Desmontando La Gavidia, del colectivo EntreAdoquines, tiene el apoyo “por escrito” de ambas universidades sevillanas, para convertirse en un centro de investigación y emprendimiento junto a un espacio socio-cultural y una zona lúdica en la azotea del edificio. Pero este apoyo, que aunque es importante no garantiza la viabilidad del proyecto, y pese a innovador, es mejorable y requiere de una tutorización pública y de financiación privada. Parece ser que se requeriría una inversión de entre 7,5 y 9,5 millones de euros, entre la rehabilitación del espacio y la ejecución del proyecto.
El proyecto pretende servir como centro de investigación y emprendimiento donde los jóvenes que terminen sus estudios universitarios y donde puedan crear sus empresas. Un sector, el juvenil, especialmente lastrado por el paro (hay un 40% de paro juvenil), que agoniza, reclamando iniciativas públicas y privadas que les faciliten el desarrollo de iniciativas laborales. Además, la iniciativa de EntreAdoquines pretende paliar el déficit de equipamientos públicos y sociales que existen en el casco histórico. No obstante, conviene no caer en esa tendencia a impulsar startups desde lo público para sacar pecho de las cifras logradas y no monitorizar su supervivencia hasta terminar por dejarlas morir.
Sin embargo, según las últimas declaraciones institucionales y las noticias publicadas en prensa, parece que el Ayuntamiento se decanta por la creación de un nuevo hotel en el casco histórico, seducido quizás por la idea de Barceló de incluir en el mismo lote la ansiada rehabilitación de la iglesia de San Hermenegildo. Ésta carece de un plan de usos real para este edificio, lo que hace dudar de su validez como factor de decisión a la hora de decantarse por este proyecto.
Queremos pensar que si la administración tuviera recursos suficientes, Desmontando la Gavidia sería la alternativa seleccionada, pero la crisis y la contención en la inversión pública obligan a buscar alternativas de colaboración público-privadas para todos los proyectos eternos de esta ciudad. Es cierto, los recursos públicos exigen un análisis en profundidad y meditado. No obstante, la inversión pública es cuestión de prioridades y agarrarse a la no disposición de recursos, en vez de buscarlos sólo es una manera de decir que no se comparte el proyecto.
Desmontando la Gavidia parte de la ciudadanía, que reclama el espacio como suyo, y por tanto debería de implicar a las instituciones para que este proyecto no se convierta en otra quimera más que cae en el olvido. Si es así, podría marcar después de mucho tiempo una manera distinta de hacer las cosas en la ciudad. Una manera de entender el modelo de ciudad, desde el liderazgo público, como defensor del interés social y general, donde el gobierno democrático y la ciudadanía son los que marcan la pauta de hacia dónde se dirige nuestra ciudad.
En otro orden de cosas, una actuación de este tipo conviene contextualizarla con su entorno en el plano urbanístico: tres plazas contiguas -una de ellas plenamente tomadas por puestos de artesanía, autobuses urbanos y con el tránsito de personas limitado por vallas- que cuentan con carencias o deficiencias más o menos graves para hacerlas dignas de su entorno y uso ciudadano actual. En esa línea escribió Julián Sobrino, dando un uso administrativo al edificio que, según las necesidades de espacio podría ser compatible con la propuesta de EntreAdoquines, y acompañado todo de una necesaria reurbanización del entorno que supondría todo un revulsivo para esas tres plazas. Todo ello sin olvidar la catalogación que la Junta de Andalucía dio al edificio como un lugar para la Memoria Democrática y sin obviar tampoco los valores arquitectónicos y patrimoniales del inmueble, que deberían ser respetados sea cual sea la propuesta finalmente elegida.
Sea cual sea la decisión, queda patente que el futuro del edificio no puede pasar por una decisión meramente económica que, una vez más, de la espalda a la ciudadanía y a sus necesidades sociales y urbanísticas.