Apoya el Manifiesto mediante el cual reclamamos la devolución de la Inmaculada de Murillo a Sevilla
Hoy, día de la Inmaculada, cabe citar una parte de nuestra historia, de esa historia en la que el pueblo de unía para conseguir lo que se proponía. Y con el pueblo nos referimos a la sociedad civil, esa que con su fuerza y a través de sus representante, todos remando en la misma dirección, ponía en marcha la locomotora para llevar a cabo todas estas iniciativas.
La historia que les contamos es la del monumento a la Inmaculada Concepción, sito en la Plaza del Triunfo, en el corazón monumental de Sevilla. Dicho monumento, obra del genial escultor Lorenzo Coullaut Valera, representa a la Inmaculada Concepción, pero – ¿Saben a qué Inmaculada concretamente? – Pues si, precisamente a la de los Venerables, la que pintara Murillo y que siglos atrás viviera en las cercanas calles del Barrio de Santa Cruz pero que por decisión política, hoy en día no lo hace.
¿Sabían también que el dogma concepcionista (1854) se proclamó gracias al fervor popular de los sevillanos de la época y su defensa a ultranza de esta advocación? ¿Sabían que la Inmaculada es la Patrona de España y de casi una decena de países, entre ellos EEUU? ¿Sabían que salvo en ciertos períodos de convulsión política la Inmaculada Concepción es fiesta en España desde 1644? ¿Sabían que, como rezan en la base del citado monumento, fueron sevillanos (de nacimiento o adopción) sus mayores defensores: Murillo (quien mejor la pintara), Martínez Montañés (quien mejor la esculpiera), Miguel Cid (quien mejor le escribiera y cantara) y Vázquez de Leca (quien defendiera con más ardor el dogma ante la Iglesia de Roma)?
Todo ello fue impulsado por la ciudadanía, al igual que por petición popular fue erigido este bello monumento que todos nos hemos parado alguna vez a contemplar. Si aún lo dudan, acérquense en la madrugada de hoy 8 de Diciembre a los pies del citado monumento, verán como tradición, cultura y fervor popular se dan la mano siglos después para cantar y rendir culto a la mariana imagen.
El pueblo sevillano impulsó y defendió el dogma, levanto monumentos y efigies, pintó lienzos y celebró procesiones; y siglos después se siguen celebrando. Es hora de que el pueblo también se una para reclamar algo que es nuestro, la Inmaculada de los Venerables, máximo exponente del dogma en la pintura universal. Esa que Murillo supo plasmar como nadie en sus lienzos, creando una imagen de la ciudad, una iconografía que tres siglos después se sigue representando y que se nos niega para colgar de una fría pared del Museo del Prado, estando aquí su gente, su casa, su iglesia y hasta su marco original, que para más inri, es parte esencial de la obra. Es hora de actuar.