En las últimas semanas, la ciudad de Sevilla asiste a un extraño debate sobre la conveniencia o no de acometer el proyecto de la Torre Cajasol, cuya estructura continúa levantándose al ritmo previsto y que aparentemente había superado la sombra del chantaje de la UNESCO auspiciada por los informes de dudosa objetividad presentados por ICOMOS.
Sin embargo, todo cambió tras la proclamación del nuevo Alcalde, que a pesar de que la Gerencia de Urbanismo haya confirmado la completa legalidad de la licencia de obra, se empeña en tantear a Junta y Gobierno central para colaborar en una hipotética indemnización si decidiera parar el proyecto de forma unilateral e injustificada. Una cantidad que se estima en 200 millones de euros y que contrasta con las continuas quejas de Zoido por el endeudamiento del Ayuntamiento.
La demagogia practicada por el alcalde no viene sola. Llevamos ya varios años observando como grupetos anti-torre y afines a ICOMOS airean mensajes de confusión, ocultación de la verdad e incluso burdas mentiras para tratar de embaucar a la ciudadanía, que habitualmente dispone de poca información de actualidad sobre el proyecto.
Una de las amenazas más extendidas se centra en la pérdida del titulo de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, calificación que Sevilla ni tiene ni ha tenido nunca, a pesar de que el propio Alcalde, por desconocimiento o por conveniencia, lo haya afirmado en sucesivas ocasiones. Los únicos monumentos catalogados por la UNESCO en nuestra ciudad son la Catedral, los Reales Alcázares y el Archivo General de Índias, situados a más de 1,5 km del emplazamiento de la torre.
Junto a este falso riesgo, es práctica habitual distribuir una serie de montajes con el aspecto de la futura torre vista desde algunos puntos de la ciudad. Unos montajes con unas dimensiones totalmente falsas y desproporcionadas que incluso sitúan la torre en lugares incorrectos.
Usando algunos criterios de proporcionalidad básicos podemos tomar alguna de las representaciones que comúnmente usan estos grupos, como la que sirve de cabecera en uno de sus blogs de referencia, y comparar su representación de la torre con el tamaño real (en tonos rojos en la imagen, clic para ampliar) para concluir que no solo el tamaño es totalmente falso, sino que la torre no sería visible desde esa situación al quedar oculta tras la arboleda. A tal punto llega la manipulación que haciendo el cálculo inverso podríamos concluir que para ver la torre tal como esta representada debería medir 420m, situándose como decimocuarto edificio más alto del mundo.
También podemos hacer uso del Teorema de Thales, por todos estudiado en los primeros años de formación educativa, para comprobar fácilmente, de forma simplificada, desde donde puede o no verse la torre: si el obstáculo mas cercano que tengamos (en dirección a la situación de la torre) esta a una cierta distancia X, nosotros estamos situados a una distancia Y de la torre, dicho obstáculo nos tapará la visión si su altura es superior a resultado de multiplicar 178 por la distancia X y dividirlo por la distancia Y.
Haciendo varias pruebas, es realmente difícil que desde alguna calle del casco histórico, salvo desde Adriano o las bocacalles de Torneo y del Paseo de Colón, consiga verse la torre.
¿Puede Sevilla dejarse engañar por un reducido número de personas que se adueña de la voz de toda una ciudad e intercede como interlocutor ante organismos internacionales como la UNESCO?
¿Merece Sevilla, con enorme déficit de inversiones, permitirse el lujo de pagar una indemnización de 200 millones para revocar una licencia legalmente aprobada?
Desde Sevillasemueve tenemos una respuesta clara para estas preguntas y deseamos que la ciudadanía conozca la verdad sobre este proyecto para que cada uno sea capaz de emitir su propio juicio.
Si desean más detalles pueden contactarnos por correo electrónico o vía Twitter (@sevillasemueve)