Desde la Asociación Sevilla se Mueve queremos lanzar una llamada de atención a las administraciones públicas, responsables políticos y gestores culturales para sacar adelante el proyecto CaixaForum en las Reales Atarazanas de Sevilla.
El proyecto es fundamental, no sólo para el sector cultural de la capital de Andalucía, sino también para la economía de una ciudad que está sufriendo especialmente la crisis con la parálisis de sus principales proyectos e inversiones en todos los ámbitos ante la falta de financiación por parte de entidades públicas y privadas.
Por todo ello entendemos como un proyecto vital para el progreso cultural, económico y social de Sevilla la culminación del CaixaForum, máxime cuando es uno de los escasos proyectos que no contará con problema alguno de financiación y cuyo coste será además sufragado por una entidad financiera.
Casi cuatro años contamos ya desde que La Caixa nos envió las primeras señales sobre sus intenciones de construir un Caixaforum en nuestra ciudad. Una potente franquicia cultural de la entidad catalana de la que pocas ciudades disfrutan. Parecía entonces que Sevilla iba a ser la nueva privilegiada, y además doblemente premiada, ya que la construcción de esta dotación cultural iba a suponer la restauración y puesta en valor de una de las muestras más antiguas y significativas de nuestro rico patrimonio histórico: Las Reales Atarazanas.
El reto no era sencillo: quedaba por pasar el filtro que todo nuevo proyecto que aspire a desarrollarse en Sevilla debe superar.
Con tiras y aflojas concluyó el pasado mandato, sin acabar de vislumbrar la luz al final del túnel, pero transcurrido casi un año con el nuevo equipo de gobierno la situación pareció arreglarse. Urbanismo, tal como hiciera la Junta de Andalucía con anterioridad, dio el visto bueno al proyecto sin la necesidad de valorar un Plan Especial.
El inicio de las obras apuntaba a finales de este año, hasta que hace unas semanas Urbanismo se retractó, pidiendo, esta vez sí, el manido Plan Especial. El trámite no es un asunto baladí, ya que supondría meses de retrasos habida cuenta de los periodos de exposición pública y alegaciones a los que habrá que atenerse.
Estas idas y venidas no hacen sino enfangar el avance de la ciudad, que observa cómo poner en marcha cualquier proyecto en Sevilla es una agotadora prueba de paciencia. Rara es la iniciativa que se desarrolla sin imprevistos, sin alguna traba administrativa u oposición de algún grupo de ciudadanos.
Recientemente ya hubo un inversor que finalmente se dio por vencido: la multinacional Decathlon. En el propio campo de la cultura, diversos proyectos de los últimos años fueron desechados por el mismo Ayuntamiento, otros aguardan en algún cajón, y otro, quizás el más sonado, acabó recalando en la ciudad de Málaga, donde
Carmen Thyssen decidió finalmente exponer su colección, dejando a Sevilla en la cuneta.
El panorama actual no es demasiado alentador. Tras meses de incertidumbre y cambios de criterio en el gobierno municipal nos encontramos con un proceso parado, sin aparente actividad. Mientras tanto, los rumores de un hipotético traslado del proyecto a otra ciudad van in crescendo, y en la Costa del Sol no parecen verlo con malos ojos.